Tomo 9: Banca e imperialismo en el Uruguay
Prólogo de Alberto Couriel.
1. En esta recopilación de ensayos discurre la visión política de Vivian Trías sobre algunos problemas económicos y financieros. Surge con nitidez su ideología antiimperialista. Como historiador y ensayista, Vivian Trías fue un precursor de la corriente de la dependencia que tuvo extraordinario auge en la segunda mitad de los sesenta.
Su método de análisis partía de su interpretación de los fenómenos económicos y políticos, en los países desarrollados, especialmente en los centros imperialistas. Luego articulaba su funcionamiento con la evolución de los países subdesarrollados, periféricos y dependientes. Sus ensayos son muy documentados predominando sus objetivos políticos sobre la rigurosidad de su discurso.
En este tomo se priorizan tres temas de enorme trascendencia en la actual coyuntura nacional: el papel del FMI, el funcionamiento de la banca privada y la doctrina neoliberal y sus repercusiones económicas, sociales y políticas.
2. El FMI es un protagonista relevante en los acontecimientos económicos de la región latinoamericana en las últimas décadas. Trías lo analiza en diversos artículos, y en especial en la discusión parlamentaria de la Reforma Cambiaria y Monetaria de 1959. La historia no se repite, pero las ideologías y las instituciones perduran. En la década del 80, problema de la deuda externa mediante, reaparece esta institución como actor de primer plano en las sociedades latinoamericanas. En los cincuenta y sesenta propugnaban la liberalización comercial y priorizaban entre sus objetivos la estabilidad económica, el equilibrio del balance de pagos y el pago de la deuda externa, en aquellos países afectados por este flagelo. En los ochenta, la primera prioridad vuelve a ser la de asegurar el pago de los servicios de la deuda externa. La inflación pasó a un segundo plano, aunque sea un problema que afecta con intensidad a muchos países de la región. El equilibrio de la balanza comercial dejó su paso a la necesidad de obtener un superávit comercial. Se trata de lograr un excedente entre exportaciones e importaciones, para ser destinado al pago de los intereses de la deuda externa.
En el ámbito económico hay dos temas centrales en la problemática de la deuda: la transferencia neta de recursos hacia el exterior y las condicionalidades. La transferencia neta de recursos es la diferencia entre los intereses que se pagan a los acreedores externos y la entrada neta de capitales. Su monto es de alrededor de 4% del producto bruto interno, tanto en América Latina como en Uruguay. Se financia en divisas con el uso de reservas internacionales, cuando los países cuentan con ellas, y especialmente con el saldo favorable de la balanza comercial. Por eso ahora se propugna por un superávit de la balanza comercial y antes solamente por la búsqueda del equilibrio entre exportaciones e importaciones. Este 4% del producto que se envía al exterior es una elevada proporción del ahorro interno que no se puede destinar a la inversión interna y que en consecuencia afecta el proceso de acumulación de capital y las posibilidades de crecimiento del producto. Es una nueva forma de explotación, de extracción de excedentes financieros y reales, que van desde la periferia hacia el centro, desde los países dependientes hacia los países desarrollados. Esta transferencia neta de recursos es la causa central de la crisis económica de los ochenta, que profundiza los problemas estructurales de la región, que intensifica los problemas de desempleo y pobreza, que debilita las condiciones de vida de la población uruguaya y latinoamericana.
Las condicionalidades son las políticas económicas impuestas por el FMI para asegurar esta transferencia neta de recursos, para asegurar la prioridad al pago de los servicios de la deuda externa.
Esta política consiste en la contracción de la demanda interna para restringir las importaciones. Ello se hace a través de la contracción monetaria, descensos del gasto público para limitar el déficit fiscal y restricción salarial. Se pone mucho énfasis en el déficit fiscal y en los salarios como si ellos fueran las causas del elevado endeudamiento externo, que en el caso del Uruguay es fruto de la elevada fuga de capitales al exterior y del financiamiento de la misma a través de la compra de carteras.
La otra acción de política económica propuesta por el FMI es la devaluación para asegurar estímulos suficientes al aumento de las exportaciones. Estímulos a las exportaciones y desestímulos a las importaciones permiten el superávit que financie el pago de los intereses de la deuda externa.
Hoy tenemos claro que esta política económica, que estas condicionalidades las impone el gobierno de los EE.UU. y las implementa y ejecuta el FMI. Hoy es muy nítida la representatividad del FMI, a los países desarrollados y en especial a su potencia hegemónica, los EE.UU., y a los bancos privados acreedores. Las medidas de política exigidas por el FMI suponen que los únicos y exclusivos responsables de la problemática de la deuda externa son las inadecuadas políticas económicas de los países deudores. No le asigna responsabilidad a la elevación de las tasas de interés en el mercado financiero internacional, que derivan de las políticas de EE.UU. como consecuencia de sus déficit fiscal y comercial. No le atribuye responsabilidad a la desfavorable evolución de los términos de intercambio en la primera mitad de los ochenta, evolución muy influida por las políticas cambiarías, de protección y de subsidios de los países desarrollados. No le atribuye responsabilidad al sobredimensionamiento de los créditos de la banca privada por los cuales cobraron comisiones, recargos de intereses que los reiteran en las refinanciaciones, no asumiendo los riesgos correspondientes.
En esencia, las condicionalidades impuestas por el FMI, aseguran la transferencia neta de recursos, suponen la exclusiva responsabilidad de los países deudores y están en el centro de las crisis económicas y sociales con repercusiones políticas en la actual situación de la región latinoamericana.
3. El tema de la banca vuelve a ser de absoluta actualidad por la crisis de la banca privada en los ochenta y por el mantenimiento de la plaza financiera en el Uruguay.
En la década de los sesenta con un régimen político autoritario se realiza una reforma del sistema financiero para implantar la plaza financiera. La libre convertibilidad del peso, la eliminación legal del curso forzoso de la moneda nacional, la liberalización de los movimientos de capital con el exterior, la libertad del mercado cambiario y la liberalización de las tasas de interés se inscriben entre las principales medidas adoptadas para el Ubre funcionamiento financiero.
A fines de la década del setenta la política económica le dio prioridad a la entrada de capitales, que en esencia determinaba las reservas internacionales, la expansión de los medios de pago, el nivel de importaciones y la propia política cambiaria. Se esperaba una convergencia de las tasas de interés locales con las internacionales que no se logró. Las tasas de interés internas fueron explosivas y afectaron a los deudores de las actividades productivas que no pudieron devolver sus créditos. Ello puso en peligro la estabilidad de los bancos privados y en tela de juicio la propia estabilidad de la plaza financiera. Es entonces cuando el gobierno de la época, en 1982 y 1983, subsidia al sistema financiero privado a través de la operación de compras de cartera, con un costo del 13% del producto bruto interno de esos años. La política económica le había dado predominio a lo financiero frente a lo productivo. El atraso del tipo de cambio y la elevación de las tasas de interés generaron desequilibrios en las actividades productivas, que terminaron arrastrando al propio sistema financiero y a la sociedad en su conjunto, hasta que el Estado salió a cubrir los desequilibrios de los bancos privados.
Aquí estuvo el origen del fuerte endeudamiento externo, que se duplicó en 1982 con respecto al vigente en 1980. La fuga de capitales fue relevante y fruto de la inestabilidad económica que originaba el funcionamiento del sistema financiero. Las compras de carteras contribuyeron al financiamiento de estas fugas de capitales, que a cinco años de la apertura del proceso democrático la sociedad uruguaya sigue sufriendo en carne propia.
Escribo estas notas, y me imagino el voluminoso libro que hubiese escrito Vivian Trías sobre la operación "compra de carteras", vinculando el papel del sistema financiero internacional, la banca privada transnacional y la plaza financiera del Uruguay.
4. La vigencia del trabajo de Trías se vuelve a mostrar por la influencia de la doctrina neoliberal en el pensamiento económico de los últimos años y su propia aplicabilidad en la región. Estamos viviendo una ofensiva política ideológica de los círculos de poder de los EE.UU. que tratan de imponer este modelo neoliberal auspiciado por las grandes corporaciones transnacionales como el FMI y especialmente el Banco Mundial.
La aplicación del modelo es extraordinariamente sencilla, pues se basa en dos principios básicos: la liberalización y la privatización.
Liberalizar supone que el Estado no interfiera en el libre juego del mercado, que es el que asigna adecuadamente los recursos. Para que ello se cumpla se requiere liberalismo comercial o sea eliminar todo tipo de restricciones sobre el intercambio comercial con el exterior, como los controles de importaciones y reducir sustantivamente, sin ningún tipo de selectividad, los aranceles. Junto a la liberalización comercial se plantea la financiera, que significa que no haya ningún tipo de control ni interferencias sobre los movimientos de capitales.
En esencia la liberalización comercial y financiera determinaría la existencia de un precio único, similar a los internacionales, en materia de bienes y servicios financieros.
En la realidad los precios internacionales no responden a mercados competitivos, con libre entrada y salida, con transparencia, como los que surgen de los manuales teóricos de economía. No hay tal libre juego del mercado. Hay mercados oligopólicos, fruto de la acción de las compañías transnacionales y de organizaciones como la OPEP. En este marco, los precios internacionales no surgen de la libre contraposición de oferentes y demandantes. En especial, en los últimos años, la política económica de los países desarrollados ha sido muy influyente sobre la evolución de dichos precios. Dentro de estos instrumentos de política, que tienden a resolver problemas específicos de los países desarrollados, destacan la política de protección y de subsidios que afectan desfavorablemente los términos de intercambio de la región, y aquellas que generan modificaciones en la evolución de las tasas de interés y en las paridades cambiarias.
La liberalización comercial dificulta la obtención de objetivos nacionales, tales como el empleo, la eliminación de la pobreza, la sustitución de importaciones y las propias exportaciones. Las futuras relaciones económicas internacionales serán consecuencia de la evolución y los cambios tecnológicos. Estos actualmente se concentran en los Centros con fuerte participación del Estado en la investigación científica y tecnológica, y en el uso de diversos instrumentos para su dinamización, tales como la protección, los subsidios, las exenciones fiscales, el uso de su poder de compra.
La América Latina y el Uruguay, deberán avanzar en la investigación científica pero además es necesario contar con avances en las ramas industriales portadoras del progreso técnico, para mejorar la capacidad de adaptación y creación tecnológica. Estas ramas que podrán aportar nuevas tecnologías a los sectores exportadores, deberán contar con el apoyo estatal necesario, incluidos adecuados niveles de protección.
En el pasado la protección arancelaria fue improvisada, indiscriminada, elevada e ineficaz. Esto no quiere decir que deba eliminarse toda protección como plantea el modelo neoliberal. En el futuro habrá que proteger en forma programada, selectiva, mínima y efectiva para atender los objetivos nacionales.
La liberalización financiera ya fue analizada en cuanto a los elevados costos y notorios perjuicios que le ocasiona a la sociedad uruguaya.
La política de privatizaciones supone que todo lo que hace el sector privado es virtuoso y todo lo que realiza el Estado es vicioso.
La historia del Uruguay, marca con nitidez que no todo lo que hace el sector privado es virtuoso, como los distintos trabajos de Vivian Trias lo destacan. En 20 de los últimos 28 años ha habido fuga de capitales en el Uruguay, lo que afecta las posibilidades de nuevas inversiones productivas y el propio crecimiento económico.
La continua privatización de ganancias y socialización de pérdidas que realiza el sector privado tampoco puede considerarse muy virtuosa. La venta de carteras es un extraordinario ejemplo de socialización de pérdidas que afecta al conjunto de la sociedad uruguaya.
La actitud rentista de los empresarios privados tampoco surge como positiva. No sólo cuando aparecen como cortadores de cupones de títulos emitidos por el Estado, sino sobre todo cuando están más preocupados de obtener alguna forma de subsidio estatal para mejorar sus niveles de rentabilidad, en lugar de atender la mejora del progreso técnico, la eficiencia, productividad y competitividad de sus establecimientos.
Por último, las acciones del Estado no tienen por qué ser naturalmente viciosas. Su actual ineficiencia no es inherente a la naturaleza del Estado, sino fruto del accionar de los distintos gobiernos. La política de clientela a todos los niveles, la inadecuada calificación y remuneración de los cuadros superiores, las distintas formas de subsidios a las actividades económicas del sector privado, se ubican en el centro de los problemas de burocracia, ineficiencia e ineficacia del actual aparato del Estado.
La transformación del Estado es indispensable para cumplir adecuadamente sus funciones. En un país pequeño entre Argentina y Brasil, la presencia de un Estado conductor y orientador del proceso económico es esencial, para asegurar la soberanía nacional y el poder autónomo de decisión que atienda objetivos nacionales. Una importante presencia del Estado es la mejor garantía para asegurar modelos que combinen dinamismo y equidad, que en el plano político significa alcanzar simultáneamente libertad y justicia. Un Estado al servicio de nuevas y amplias alianzas sociales portadoras de los procesos de cambios que el Uruguay está requiriendo, es la mejor garantía de profundizar y consolidar el proceso democrático, rescatando los elementos centrales de la identidad nacional.
En la actualidad, el modelo neoliberal, las recetas del FMI y el papel de la banca presentan un alto grado de unidad y son temas extraordinariamente ligados y articulados.
En el mundo desarrollado se modifican las hegemonías políticas y económicas, hay grandes cambios tecnológicos que modifican las futuras relaciones internacionales, pero el FMI sigue representando similares intereses. La banca trasnacional alcanzó gran predominio en los setenta y el modelo neoliberal sirve de sustento ideológico a los intereses dominantes en el mundo capitalista desarrollado.
De ahí la vigencia de los trabajos de Vivian Trías.