La partida de Felipe - por Eduardo Aparicio
La vida me ha dado la dicha de tener por entrañable amigo a Felipe Michelini. Lo conocí cuando niño, hace la friolera de 52 años; lo traté en distintas etapas de la vida, estando en las circunstancias más luctuosas que vivió con el asesinato de Zelmar.
Ya joven adulto, en tiempo del exilio me realizó una prolongada visita a Ginebra y ahí la amistad en base a compartir fue un continuo.
Felipe creyó profundamente en el socialismo democrático, y por ende se definía como socialdemócrata, desde esa su condición fue consecuente e intransigente en el combate contra la impunidad y en la lucha por verdad y justicia de verdad, justicia, la no repetición y en defensa de los DD.HH; debo decirlo porque lo siento, mucho más que algunos con los que cohabito bajo el mismo palio de la familia política. Felipe supo estar en todas las luchas que libramos los orientales por profundizar la democracia y si viviera estaría en las que vendrán.
Cuando se produjo la reestructuración del gabinete de Vázquez en 2008, me propuso, y acepté, ser su asesor político en el MEC, explicándome en la ocasión del ofrecimiento, que prefería tener en ese cargo a su lado, a alguien que no proviniera de su sector y que tal vez visualizara algunos asuntos con ciertos matices a su visión. Esto me permitió hacer una breve experiencia de gobierno, no de la mano de mi partido. Gesto de grandeza y amplitud de mira, a su lado vi de cerca su compromiso de un republicanismo intransigente y la honorabilidad de un servidor público, convencido firmemente de que el progresismo debe asociase a un creciente y mejorado rol del Estado, en lo económico, cultural, político.
Resulta importante mencionar cuatro hechos políticos de naturaleza diferente, en los que su participación y aporte fueron decisivos ?en algún caso, poco conocidos u olvidados?, ya que su perfil bajo siempre fue muestra de su genuina modestia. Los cuatro lo significan como un político de fuste, porque tuvo “brújula”; porque evidencia que no desacopló la política práctica y la gestión de los principios, porque a veces transitó caminos que no lo satisfacían plenamente, pero que respondían a soluciones alineadas con la ética de la responsabilidad, algo que es relevante en una personalidad signada por el accionar riguroso en todos los planos:
1) En las sombras de la discreción fue un fogonero clave: en un momento de fuerte reflujo de la lucha del movimiento de los DD.HH (1996), lanzó y promovió la idea de la Marcha del Silencio;
2) Luego, el voto Rosado: supo tejer desde el Parlamento la ley interpretativa, solución imperfecta pero que permitió perforar la impunidad;
3) Aceptó por imperativo moral el encargo, nada sencillo de formar parte del Grupo Verdad y Justicia, para luego pasar a coordinarlo y liderarlo, tarea que acometió dentro de un marco político con fuertes limitaciones; pero por sobre todo supo capitanear con éxito el pasaje de su acción y los cometidos del GVJ a la Institución Nacional de Derechos Humanos;
4) A partir de 2015 desde la Presidencia de la Comisión Administradora del Río de la Plata impulsada con tenacidad y transparencia total, logró completar la profundización del dragado de los canales del Río de la Plata, tema largamente postergado.
Felipe vivirá por siempre en nuestro recuerdo comprometido.
Imagen: gentileza “De fogón en fogón” y Radio Gráfica de Buenos Aires